Cafe con Mistica

Bálsamo «del Perú»

Si vas a usar cualquier planta para una magia curativa, recuerda siempre pedirle permiso y tomarla con respeto. Los árboles de bálsamo son sangrados para la obtención de su resina y por suerte, en El Salvador están trabajando para regular estos procesos. […]

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Plantas curativas: Maquilishuat en la magia

Árbol nacional de El Salvador y originario de la región central y tropical de América. Este hermoso árbol que florece en época seca y adorna los paisajes con hermosos colores, tiene también un uso medicinal.Su nombre científico es Tabebuia rosea y su nombre en Náhuatl significa “hoja de cinco pétalos”, aunque a veces se despoja de ellas y una vez al año se le ve teñido de color. Se encuentra generalmente en el bosque tropical perennifolio, bosque tropical subcaducifolio, y el bosque tropical caducifolio; desde México hasta Colombia, Ecuador y Venezuela, siendo familiar pero NO la misma planta que la Tabebuia impetiginosa o Lapacho (por lo que el remedio a continuación, no sé si funciona con el Lapacho).Con sus hojas puedes hacer infusiones que ayudan a bajar la fiebre y con trocitos de su corteza cocida durante 15 minutos, puedes armar un elixir mágico para combatir el paludismo, que es un tipo de malaria ocasionada por el parásito Plasmodium, transmitido por el mosquito Anófeles. También cura la fiebre tifoidea, los parásitos y mejorar los niveles de azúcar en la sangre. Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. Fotografía del flickr de ebany. […]

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Carta de una vela a Don Eterno

Te habías marchado anoche
pero en realidad me fui yo un Lunes 
cuando me invitaste a compartir
y multiplicabas tu infinita luz.

Quería expresar tantas cosas hoy
(o noche siguiente)
pero te fuiste tan pronto
sin que pudiésemos decir algo.
Y yo, así derretida
me vi sin forma en mí misma
muda y llorosa por tu fugaz presencia.

Me quedé buscándote en la anchura de Buenos Aires
tan sola en esa corta y desvaneciente caminata al ómnibus.
El aire secó mi esencia,
petrificándola sin tu adiós.

En la memoria del día
en que me apegué a tu suelo,
y empecé a transformarme
siendo 20 de Enero del 6o. año del siglo…
día de noche en un cine de Santiago
cuando se estrenaba un drama político
y yo tan perdida como hoy que sé llorar
volvería a preguntar quién fuiste
solo para escuchar tus historias de cárcel y exilio,
o al menos para decirnos el título de Clooney.

No te vayas del todo, amigo del alma…
Aún no sé cuál es mi forma.
—–
Buenos Aires, 2010.
En 2006 se estrena en Santiago: «Good Bye and Good Luck». […]

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Junios

Se desabotonó el cielo Y sacudió de su traje las estrellas; Metió las manos en las bolsas Y mirando a la nada, se puso  a decir: -“Lluévanme, nubes porque mis ojos se agacharon a ver a una doncella y de su pétalo amargo estoy envenenado. Con el sol evaporé el rocío de sus ojos Y con las manos del día exhibí su belleza; Le sonreía de lado con la luna Y dejándose besar por picaflores Mis mañanas se opacaban. En desvelo, nuevamente, en este alba Nubes mías, nubes blancas, Con sus trajes de tristeza Exhálenme gritadas gotas de lumbre; ¡destrúyanme este sueño! Despiértenme al ardor Que nunca de sus ojos Reflejo podré ser…”   Así, el alto cielo atormentado Cesó su llanto al medio día Se abotonó a las 6:30 Y sollozaba de vez en cuando. Poesía publicada en Revista Tres Mil, Diario CoLatino, El Salvador, 31 de Mayo, 2008 —- Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales.   […]

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Problema con Tortillas #1 (Niños y Guerras)

Cerca de fines de 1989, una tarde soleada mi madre nos pidió ir a comprar tortillas para el almuerzo. Amarró como usualmente hacía, unas bolsas blancas a unos ramas y nos dijo: «Cuando vean a los soldados, háganle así a las banderitas y sonrían contentas». Mi hermana y yo nos despedimos de mami. Había que bajar una lomita a unos 400 metros de casa para ir donde una señora que hacía a leña las tortillas, con el uso de unos cilindros de diesel. Las llamas subían hasta una lámina plana donde colocaba amorosamente las plastitas circulares, formadas de maíz crudo recién amasado. Algunas niñas le ayudaban… todas, como nosotras, con cara de no habernos bañado, por la falta evidente del preciado líquido. El trayecto hacia nuestro diario destino era el mismo, pero ese día, la tombilla (canasto de telgopor, poliestireno o «durapax») se convirtió para mí en un objeto protagónico de esta inolvidable historia. Recuerdo haber pasado por un tiradero de basura custodiado por muchos uniformados, ver un basurerito entero y decirle a mi hermana: -«Mirá qué bonito, llevémosle a mi abuelita» y ella me dijo: -«NO, DEJÁ, NO SEÁS SUCIA, VÁMONOS». Dijo: -«Dale, mové la bandera que allí están». Y eso hice. Los hombres vestidos de verde oliva nos miraban… eran demasiados… Creo que más de lo usual, pero yo me reía, quería parecerles tierna para quitarles tanta seriedad del rostro, para que no nos hicieran daño…. Mi hermana me seguía apurando, asustada. Bajamos la lomita, llegamos a pedir las tortillas. Esperamos un momento…. iban saliendo calientitas por orden de pedido. En ese lugar solo habíamos niños de entre 8 y 12 años aunque creo haber sido la menor de todas, pues iba acompañada de mi hermana grande. La anciana tortillera nos colocó en orden el pedido, lo envolvió cuidadosamente en la mantita y lo metió en la tombilla. Mi hermana la tapó. Yo iba al lado de ella todo el tiempo… como un bufón que quería o creía que podía evitar el peligro máximo (violación) para ella.. quizás, al menos, por piedad y por ser de poco interés para los soldados. Debo aclarar que no es que yo haya sido muy tonta y no haya imaginado el peligro o la probable explosión de alguna mina, sino que… mi luna en sagitario, optimista, super optimista y siempre optimista… no se permitía creer que algo como eso podría ser merecido, pero en mi corazón estaba la sensación de que por mí, acompañada de mí, jamás a nadie podía pasarle nada malo, aunque fuera pequeña y aparentemente más inútil. Subimos de vuelta la lomita y nos enredamos en unos alambres de púas que intuyo, eran trampas para guerrilleros. Al tropezarme yo, me pasé llevando a mi hermana que venía a mi lado. En ese mismo instante, el viento tropical del pacifico sopló con gran impulso la tapa de la tombilla… algo que para un corazón como el mío resultó ser demasiado divertido… o, tal vez, solo motivo para quitarle la cara de culo y horror a mi hermana, así que a pesar de estar enredadas, tratando de levantarnos, de no seguir resbalando hacia abajo, quitarnos los alambres y no rayar a la otra por ósmosis (¡?), se me ocurrió decir: -«Mirá, un platillo volador» sentido del humor que ella jamás entendería que de mi parte era con intenciones ganadoras o cariñosas y no ingenuas, poco empáticas, insensibles u ofensivas, y aunque lo quise alcanzar, la caída nos estaba llevando al caos. El llanto de mi hermana era imparable, y yo le decía, nomás pude escapar de la trampa: -«Voy a traer el freezbee» y ella no dejaba de buscar desesperada, una por una las tortillas voladoras que yacían entre la tierra y el pasto. Cuando me vio corriendo gritó: -«¡¡VENÍII!!», pero mi persecución de la tapa era más importante en ese momento, no por el juego, sino porque creía que si estábamos recogiendo las tortillas, había que cumplir a cabalidad el pedido de mi perfeccionista madre y hacer como si no había pasado nada. La tapa no podía desaparecer. «DEJALAAA, VÁMONOS». La rescaté. 🙂 Ella lloraba y repetía: -«mi mami nos va a pegar, mi mami nos va a pegar» y yo no sabía muy bien si batir mi banderita blanca, preocuparme porque ella no llevaba la suya, decirle otra cosa chistosa para hacerla olvidar o recordarle que antes de entrar a casa, para evitar el castigo, debíamos limpiar más las tortillas, para evitar la ira pro pulcritud materna. Entramos corriendo, mi mami nos miró e inmediatamente se asustó, llorando cuando nos vio llenas de tierra y sangre… nos preguntó qué había sucedido y no pudimos hablar… yo también lloré porque recién me enteraba que estaba sangrando de las rodillas y me dolía mucho. No tengo la mejor comunicación con mi hermana pero cada vez que recordaba a las tortillas voladoras o el platillo volador, ella me reprochaba , llena de odio, por tener aún aquellas cicatrices y haberme reído; por no poderse olvidar cada vez que se miraba las piernas. Yo también tengo dos cicatrices, pero trato de alejarme del horror y reparar la pena. […]

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UN CUERPO PAL’ MAR

  En la primera mitad del siglo XX, hubo una hermosa mujer blanca de oscuros rizos largos y bien cachetona a la que llamaban «La Reina del Puerto». Vivía en Ciudad de La Libertad, El Salvador, y como para hacerle tributo al nombre del lugar, ella era de tener los «huevos» para entrar a las cantinas y competir con los marineros gringos en la empinada de tragos. Tanto le gustaba el mar, que un día agarró camino…. Su nombre era Carmela y tenía 15 años cuando se enteró de que su verdadera madre era la vecina de enfrente: Francisca Cruz, quien la había entregado tras parirla siendo a penas una adolescente que intentaba mantenerse con la costura, pero sin lo suficiente para criarla, ya que estaba completamente sola, sin ni siquiera una madre que pudiera guiarla. La adoptante vecina tenía la mala suerte de no poder procrear aún estando en pareja y le pidió a la niña a Francisca para criarla. Pero luego de varios años en que Francisca, tras afianzar el oficio de sastre y seguir sola, le llevaba muñecas de trapo a Carmela como regalo de cumpleaños… Carmela, sin saber la verdad, a sus plenos 15 años la despreció exclamando «-mamá, ¿por qué esta señora siempre me trae muñecas de trapo, si yo tengo las mejores muñecas de porcelana que vos me comprás?». Su madre adoptiva, un poco cansada de la adolescente respondió: «-porque ella es tu verdadera madre y vos sos una altanera de mierda. ¡Señora, si usted la quiere, llévesela, yo ya no la quiero, es una jodida» Francisca había crecido, ya era sastre de oficio, había montado un taller de costura, tenía a su cargo varias muchachas y también tenía una pequeña bebé, Clarita Luz, mi abuela. Francisca muy animada le dijo a su vecina «sí, deme a la niña, yo con gusto la recibo». Pero Carmela, llena de odio, confusión y frustración huyó primero a Honduras y luego al puerto. Fue así como se convirtió en la famosa «Reina del puerto» de aquel Puerto de La Libertad, en El Salvador. Consiguió empleo en cruceros y vivió muchos años recopilando pasajeros por años en aquellos viajes. De Ecuador se trajo algunas historias y un disco de este dúo de señores elegantes. https://www.youtube.com/watch?v=s3k8ZgiaDoA Carmela nunca quiso ser cotidiana; dicen que era de signo Cáncer, pero de maternal y casera nunca tuvo nada. Olvidó un hijo en Honduras cuando su primer marido, al que mi madre llamaba «Manano» moría temprano y luego perdería un gran amor del extranjero entre tanto viaje. Los dolores se le iban lavando con las inacaparables aguas del océano. Suelta y ya vieja, La Reina del Puerto de la Libertad, volvía un día a su país natal para hacer un fallido intento de ser nana, cuidando de mí y mi hermana, pero recuerdo muy bien esa noche en la que la estaba pasando mal… En aquella mesa de comedor que me parecía infinitamente larga estaba ella en un extremo, acusándosele de algo. Me desperté por suerte, a mis 3, 4 años cuando mi hermana de 8 años, con sus brazos cruzadas la acusaba y mi mamá la juzgaba. Vi la cara de Carmela, mi «mamatita» llena de tristeza y quise abogar por ella, pero manteniendo la verdad en mis palabras, porque creía que se trataba de una injusticia. Pregunté, limpiándome los ojos del sueño que traía, ¿qué estaba pasando?. Mi mamá dijo «Bien, la Iris nos va a sacar de dudas, ella no nos va a mentir, ¡Iris!, ¿qué es lo que te da de comer la Mamatita?!» Sabía que tenía que defenderla, decir cosas buenas sobre ella, no tenía idea sobre los modos adecuados de los adultos, pero mi mamatita siempre me llevaba de paseo por el barrio y pensé que todo venía a ser por causa de que ella nos invitaba a salir y mi hermana nunca accedía a salir con nosotras y se perdía los divertidos paseos que mamatita a diario invitaba y de los que yo volvía con cientos de emocionantes historias para motivar a mi hermana a que a la próxima se animara a salir con nosotas. Pero…. cuando mi mamá preguntó eso yo respondí con seriedad, sabiendo la rontunda verdad, creyendo que era buena, que había algún detalle que yo sabía y que podía resolver toda la penosa situación -¡Iris!, ¿qué es lo que te da de comer la Mamatita?!» -¡MUCHAS COSAS! -¿Qué cosas? -¡Chicles, caramelos, dulces, chocolates! -….Mamatita, se va a tener que ir de esta casa… -¡nooo!, ¿por qué? No logré entender nada. Pero Mamatita no dejó de decirme, cada vez que me veía, que todo lo de ella era mío. La vi empacando al día siguiente, cuando todos hablaban mal de ella. Le pregunté en su cuarto a dónde se iba y me dijo que al lugar que le correspondía a los viejos, al asilo municipal Sara. «Nadie la quería», o al menos eso decían quienes la conocían por sangre, «porque no tenía amigos, solo historias de viajes», y porque aunque era signo Cáncer, nunca supo cuidar a nadie. Aproximadamente a mis 10 años empecé a preguntar qué era «todo» a lo que ella se refería con lo que me iba a dejar, pues, en casa de mi abuela había algunos muñequitos de tela que estaban en una vitrina y mi abuelita decía «Carmela dijo que estos van a ser tuyos cuando se muera pero ahorita están acá en esta vitrina», y yo guardando silencio, porque no quería que se muriera Mamatita, un día pregunté a mi abuelita Clarita ¿qué tanto era ese tal «TODO» que ella tanto mencionaba?. Mi abuelita me sacó del asilo, agarrando mi brazo muy molesta, para decirme con tremendo odio que «todo» era NADA, «por puta y libertina», que ni las sábanas eran de ella, solo unos cuantos cachibaches que andaba en una maleta, su tal «todo» eran pura basura.Carmela murió un día de pie, durante el almuerzo en el asilo. Dicen que se paró como para decir […]

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Otra vez al puerto

Larga, la historia abierta de lejanía que demora casi negra a la vida. Un piano de fondo y vos pintando en diminuto al Pacífico obsesivamente sin control ni paz. A la par tuya, una letra intenta dar forma a la brisa… Se ha dejado de sentir La Libertad* y sus tantos abismos de turbios y ondulantes verde-azules nos han vuelto a aglomerar los epitelios: Cuerpos entumecidos rodados, flotantes y ardorosos. Con la ilusión de un nunca ceñido a punta de pluma tuya… Señor sin dios, iridiscente risa brillante de cristal y tinta bebida y mal vivida como para eternizar el sinsentido de pensarse. Recerdo de tiempos vividos en Playas de La Libertad, El Salvador. /2009 Publicada en: AQUABISMOS, serie poética premiada en JUEGOS FLORALES SONSONATECOS 2010 Imagen: Fernando Jule, Pintor de Aquabismos —- Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. […]

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1989

Ay la bicicleta… soltó un aire antes de deslizarse por el sendero y tras haber vuelto unas cuatro veces con todo su brillo y fama los niños fueron desapareciendo. Los gritos enlagrimados los espantaron y la bici se fue oxidando se fue haciendo más chiquita y yo dejé de entenderla. 3-12-15 (En 1989 acontecía una guerra civil en El Salvador) —- Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. […]

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MARINO y nuestra estación en La Libertad

Cuando me haya ido me llevaré tu sombra y dibujaré con yeso una sonrisa gorda para abrazar sin miedo tu oscuridad angosta. Cuando me haya ido y no me queden sobras recogeré el recuerdo y pintaré redondas profunidad y eco para tocarte sola. —————————- De AQUABISMOS. Al Puerto de La Libertad. Premiado en Juegos Florales Sonsonatecos, 2010. […]

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Un día como cualquiera / JUSTICIA, te llamamos

San Salvador, 06 de Agosto de 2003 (…) Conocí en un viaje a un joven entusiasta de la escritura y la observación. Me enviaron a ese lugar fronterizo con Guatemala como fotógrafa de la institución. Él vive allí y es fotoperiodista. Había perdido a su madre hace poco y este domingo asesinaron a su padre. Parece ser que le jugaron una broma pidiéndole que fuera a cubrir «la nota de un muerto». Llovía, entonces nadie más lo acompañó: los mirones solo se retiraron. Se quedó abrazando a su padre degollado hasta el amanecer, cuando al fin llegó Medicina Legal. Me llamó a la media noche, mientras aún llovía. He viajado cerca de 4 horas para encontrarme con él y acompañarlo. Me era difícil reconocerlo a lo lejos sin mis lentes; pensé que era alguien con ropa sucia, pero era él quien venía caminando ensangrentado y solo por la vereda. Al verme, cayó rendido y cansado sobre mí. En sus manos llevaba la ropa del fallecido. Me pidió que me quedara la noche entera… pero no pude. Me habría gustado decirle que siempre estaré allí, pero sería mentirle. Su beso fue un impulso de emociones encontradas en frustrada búsqueda por cubrir una sensación con otra. JUSTICIA, TE LLAMAMOS ¡Justicia! mataron a Don Obdulio Linares. ¡Justicia! por la familia que sufre por la inocencia del pueblo por esta sangre vertida ¡Justicia! Que por trabajo y esfuerzo que por historia, y por vida en este mundo, de cierto se la arrebatan heridas. …Justicia, te llamamos. (…) No puedo dormir pensando en esto. Despierto deseando que él no llore. Viajaré mañana para acompañarlo.  ———- Pintura: In Memoriam de Welbert Pérez La realidad en El Salvador antes de Bukele. —- Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. […]

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