Cafe con Mistica

Chocolatada para las 7:20

Una cita no programada

La piel del rostro en pleno deshoje iba marcándole la forma del cráneo en aquella laberíntica espera.
La mujer del cacao movía la cucharita centrípetamente (a la inversa del reloj) para evitar el desbordamiento y la huella mientras se diluía a sí misma sin tanto afán. […]

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La mágica muerte y los sabios del mundo

Hace un tiempo conocí a un personaje salvadoreño que confesó no sentir agrado por las personas de la tercera edad.  No es que sea algo tan raro el hecho de conocer personas así o tener uno mismo preferencias por ciertos tipos y sectores de la humanidad. Lo cierto es que, aunque rechacemos la condición natural de llegar a cierta edad e incluso recurramos a formas nada valientes de evadir el proceso orgánico inminente, o que por suerte y desgracia nos toque salir antes de esta realidad, todos merecemos respeto. A inicio del siglo pasado, con las revoluciones sociales, industriales, tecnológicas y económicas, se expandió la posibilidad y exigencia de adquirir estudios, por lo que tal vez nuestros abuelos hayan visto menos apertura y se vean rechazados por ello. ¿Qué tipo de sabiduría debemos reconocerles y que una institución no la otorgue? Algunas ciencias esotéricas y religiones sostienen que somos seres más allá de lo físico. Llámenlos cuerpos etéreos o mente y alma. Lejos de la categorización, ningún ser quedaría excluido de eso. Cuando nacemos, traemos adherido, de manera inconsciente, el conocimiento de todo lo natural: Venimos del hecho tan cercano de ser microscópicos y de sentir nuestra acelerada transformación. Pero a medida que crecemos  vamos dejando de razonarlo. Pueda que por el afán de aprender a comunicarnos y recibir aprobación de nuestros guiadores, permitiéndonos el reprogramarnos para adaptarnos. Al par de aprender lo “correcto e importante”,  olvidamos lo esencial y profundo de estar vivos, llenándonos de miedos,  egoísmo y competencia. Nos explican que todo lo que deseamos tiene un costo y no es para todos, y al ver algo que no tenemos envidiamos; expropiamos  y nos convertimos en seres confundidos, alienados, en el mundo del más fuerte. Al llegar la vejez volvemos a recordar. Independientemente de recibir pensión o abandono, de reconocer cómo obramos u olvidarlo, la disminución de energía física que nos impulsaba a vivir acelerados, y el tiempo que nos queda, nos regresa la sabiduría perdida, la de origen. No hace mucho, alguien me comentaba que su abuela declarada completamente sorda vivía postrada en una silla, la cual mantenían cerca, y que repentinamente parecía escuchar, opinando sobre lo que conversaban, pero luego se volvía a quedar callada cuando le preguntaban si escuchaba. Mi abuelita, declarada completamente ciega y con Alzheimer, a quien le mostraron fotos en un celular, sin esperar que respondiera algo, (porque pensaban que solo estaban acompañándola un rato y en ese momento se encontraba en un estado de abstracción prolongada), opinó con gran acierto sobre la apariencia de los objetos fotografiados, los cuales jamás había visto. ¿Memoria emotiva?, ¿Ángel de la Guarda?, ¿milagro?, ¿poderes mágicos?, ¿capacidad de desdoblamiento?, ¿desplazamiento en el hiperespacio o estado de Jinas? Mi explicación es que, como en los sueños, donde tenemos “ojos” por todos lados, igual que una película, ellos tienen sus sentidos completamente despiertos, porque están despojados del patrón de aprendizaje impuesto, se han olvidado de él. Estos seres responden a sus sentidos más primarios y por lo tanto lo saben todo. Saben cómo es vivir, haber vivido, morir o haber muerto. Por lo tanto, nadie nace con dones especiales, sino que todos somos capaces de sentir empatía; encontrar cura emocional; elegir un oficio o pareja; reconocer lo sano y lo insano. Entonces no necesitamos causar daño por placer, o venganza ni para demostrar poder sobre otro. Tampoco pensar que lo malo de dañar es que si se enteran, nos culpan y castigan. Propongo un ejercicio a partir de hoy: hacer memoria antes de dormir de todo lo hecho o mejor, escribir una reseña de cada día, y releerlo cada cierto tiempo (para reanalizar, re-ver y pulir). De ser posible, escribir algo por cada año que  hemos vivido o hacer una figura/dibujo que represente la historia de cada época, y quizás un día, teniendo conciencia de todo lo vivido y de nuestros actos, sus detalles y sus valiosas consecuencias, alcancemos la sabiduría de esos seres, antes de que sea demasiado tarde. Con el fin de que el día de nuestra partida o la de quienes nos rodean se convierta en un hecho menos penoso. Una versión anterior de esta nota fue publicada en Periódico Contrapunto, donde formé parte de sus columnistas, el día Lunes, 09 de Mayo de 2016, para la sección Contra Cultura, Pero la he reeditado, pues tengo más libertad de espacio en mi propio «lugar». Gracias por leer y compartir. Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. […]

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Una historia para pasar la cuarentena

Vista Previa

Colabora y descarga ¿Cómo afrontar personalmente una crisis mundial? Estamos viviendo un momento muy singular a nivel global y lo más beneficioso es utilizar el tiempo en pausa para descubrir nuevos horizontes y asumir mayor respeto para uno mismo y nuestro entorno. Esta pequeña historia invita a sabernos escuchar desde el llamado más íntimo de armonía con el todo, comprendernos a fondo y saber cómo redirigirnos de ahora en adelante. Creé esta pequeña historia ilustrada para compartirla con ustedes, con un hermoso y profundo mensaje. El costo es una colaboración para seguir potenciando mi trabajo independiente en las artes gráficas y escritas. Si quieres saber más, continúa leyendo: Cuando era niña, en mi país natal, El Salvador, nos vimos obligados a vivir épocas de encierro por orden del Estado. La situación era quizás distinta a la que hoy acontece, pero el factor común de aislamiento social se parece y nos afecta a todos de una u otra manera. Y en ese sentido, creo importante recordar algo: esto va a pasar, y cuando todo mejore, sabremos florecer y encontrar nuevos rumbos. Ojalá con mayor respeto para nuestro entorno y para nosotros mismos. Creé este cuento, recordando qué actividad era la que más me gustaba hacer en aquellos tiempos, y aunque era muy pequeña, encontré en mi cajón de recuerdos cuentos con dibujitos y mensajes de esperanza, cariño y luz, y en esta historia especial, un mensaje muy profundo.Ahora es para ustedes, mis coetáneos lectores. Muchas gracias por tu apoyo. Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales[lotos_likes] […]

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Cazador del Tiempo

Bob Gruen, taxidermista de la fugacidad, la luz y el tiempo; de bestias imposibles, deseables, delirables, que morían, reían, se desintegraban por inanición voluntaria o han ido dejando por desprendimiento, lentamente su naturaleza. […]

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Problema con Tortillas #1 (Niños y Guerras)

Cerca de fines de 1989, una tarde soleada mi madre nos pidió ir a comprar tortillas para el almuerzo. Amarró como usualmente hacía, unas bolsas blancas a unos ramas y nos dijo: «Cuando vean a los soldados, háganle así a las banderitas y sonrían contentas». Mi hermana y yo nos despedimos de mami. Había que bajar una lomita a unos 400 metros de casa para ir donde una señora que hacía a leña las tortillas, con el uso de unos cilindros de diesel. Las llamas subían hasta una lámina plana donde colocaba amorosamente las plastitas circulares, formadas de maíz crudo recién amasado. Algunas niñas le ayudaban… todas, como nosotras, con cara de no habernos bañado, por la falta evidente del preciado líquido. El trayecto hacia nuestro diario destino era el mismo, pero ese día, la tombilla (canasto de telgopor, poliestireno o «durapax») se convirtió para mí en un objeto protagónico de esta inolvidable historia. Recuerdo haber pasado por un tiradero de basura custodiado por muchos uniformados, ver un basurerito entero y decirle a mi hermana: -«Mirá qué bonito, llevémosle a mi abuelita» y ella me dijo: -«NO, DEJÁ, NO SEÁS SUCIA, VÁMONOS». Dijo: -«Dale, mové la bandera que allí están». Y eso hice. Los hombres vestidos de verde oliva nos miraban… eran demasiados… Creo que más de lo usual, pero yo me reía, quería parecerles tierna para quitarles tanta seriedad del rostro, para que no nos hicieran daño…. Mi hermana me seguía apurando, asustada. Bajamos la lomita, llegamos a pedir las tortillas. Esperamos un momento…. iban saliendo calientitas por orden de pedido. En ese lugar solo habíamos niños de entre 8 y 12 años aunque creo haber sido la menor de todas, pues iba acompañada de mi hermana grande. La anciana tortillera nos colocó en orden el pedido, lo envolvió cuidadosamente en la mantita y lo metió en la tombilla. Mi hermana la tapó. Yo iba al lado de ella todo el tiempo… como un bufón que quería o creía que podía evitar el peligro máximo (violación) para ella.. quizás, al menos, por piedad y por ser de poco interés para los soldados. Debo aclarar que no es que yo haya sido muy tonta y no haya imaginado el peligro o la probable explosión de alguna mina, sino que… mi luna en sagitario, optimista, super optimista y siempre optimista… no se permitía creer que algo como eso podría ser merecido, pero en mi corazón estaba la sensación de que por mí, acompañada de mí, jamás a nadie podía pasarle nada malo, aunque fuera pequeña y aparentemente más inútil. Subimos de vuelta la lomita y nos enredamos en unos alambres de púas que intuyo, eran trampas para guerrilleros. Al tropezarme yo, me pasé llevando a mi hermana que venía a mi lado. En ese mismo instante, el viento tropical del pacifico sopló con gran impulso la tapa de la tombilla… algo que para un corazón como el mío resultó ser demasiado divertido… o, tal vez, solo motivo para quitarle la cara de culo y horror a mi hermana, así que a pesar de estar enredadas, tratando de levantarnos, de no seguir resbalando hacia abajo, quitarnos los alambres y no rayar a la otra por ósmosis (¡?), se me ocurrió decir: -«Mirá, un platillo volador» sentido del humor que ella jamás entendería que de mi parte era con intenciones ganadoras o cariñosas y no ingenuas, poco empáticas, insensibles u ofensivas, y aunque lo quise alcanzar, la caída nos estaba llevando al caos. El llanto de mi hermana era imparable, y yo le decía, nomás pude escapar de la trampa: -«Voy a traer el freezbee» y ella no dejaba de buscar desesperada, una por una las tortillas voladoras que yacían entre la tierra y el pasto. Cuando me vio corriendo gritó: -«¡¡VENÍII!!», pero mi persecución de la tapa era más importante en ese momento, no por el juego, sino porque creía que si estábamos recogiendo las tortillas, había que cumplir a cabalidad el pedido de mi perfeccionista madre y hacer como si no había pasado nada. La tapa no podía desaparecer. «DEJALAAA, VÁMONOS». La rescaté. 🙂 Ella lloraba y repetía: -«mi mami nos va a pegar, mi mami nos va a pegar» y yo no sabía muy bien si batir mi banderita blanca, preocuparme porque ella no llevaba la suya, decirle otra cosa chistosa para hacerla olvidar o recordarle que antes de entrar a casa, para evitar el castigo, debíamos limpiar más las tortillas, para evitar la ira pro pulcritud materna. Entramos corriendo, mi mami nos miró e inmediatamente se asustó, llorando cuando nos vio llenas de tierra y sangre… nos preguntó qué había sucedido y no pudimos hablar… yo también lloré porque recién me enteraba que estaba sangrando de las rodillas y me dolía mucho. No tengo la mejor comunicación con mi hermana pero cada vez que recordaba a las tortillas voladoras o el platillo volador, ella me reprochaba , llena de odio, por tener aún aquellas cicatrices y haberme reído; por no poderse olvidar cada vez que se miraba las piernas. Yo también tengo dos cicatrices, pero trato de alejarme del horror y reparar la pena. […]

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Problema con tortillas #2

(Extracto de mi ñoño diario) San Salvador, 22 de Marzo de 1996. Salí en la tarde a comprar 3 Colones de tortillas y en la tienda estaba a la par mía Juan, el chico de enfrente de mi casa comprando un gran rimero como de 10 pesos. Me apuré a pagar e irme para ver si me seguía. Volví a ver para atrás y lo vi que venía caminando muy despacio… ¡Grrr!. Entonces me puse a hablar con Don Max, que estaba a mitad de camino, para ver si cuando se acercara me saludaba y nos íbamos juntos hasta la casa, pero él empezó a caminar más despacio y yo sentía que se tardaba demasiado. Aguardé y cuando lo vi cerca, me despedí de Don Max; corrí para la casa y lo esperé en la puerta para verlo pasar. Cuando llegó enfrente, se me quedó viendo bien contento, como que me quería saludar, entonces lo miré seria, cerré de un gran portazo y me quedé mirándolo por la ventana, escondida detrás de la cortina de encaje. Tenía cara de susto, el pobre… Se quedó así como 8 segundos, congelado. …8 segundos que dejaron de ser más porque el viento y me sacó la cortina, evidenciando mi estupidez… Me vio que lo estaba viendo y se puso a reir mirando al suelo. No sé por qué hice todo eso. ———- Problema con Tortillas #1 será publicado próximamente. […]

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UN CUERPO PAL’ MAR

  En la primera mitad del siglo XX, hubo una hermosa mujer blanca de oscuros rizos largos y bien cachetona a la que llamaban «La Reina del Puerto». Vivía en Ciudad de La Libertad, El Salvador, y como para hacerle tributo al nombre del lugar, ella era de tener los «huevos» para entrar a las cantinas y competir con los marineros gringos en la empinada de tragos. Tanto le gustaba el mar, que un día agarró camino…. Su nombre era Carmela y tenía 15 años cuando se enteró de que su verdadera madre era la vecina de enfrente: Francisca Cruz, quien la había entregado tras parirla siendo a penas una adolescente que intentaba mantenerse con la costura, pero sin lo suficiente para criarla, ya que estaba completamente sola, sin ni siquiera una madre que pudiera guiarla. La adoptante vecina tenía la mala suerte de no poder procrear aún estando en pareja y le pidió a la niña a Francisca para criarla. Pero luego de varios años en que Francisca, tras afianzar el oficio de sastre y seguir sola, le llevaba muñecas de trapo a Carmela como regalo de cumpleaños… Carmela, sin saber la verdad, a sus plenos 15 años la despreció exclamando «-mamá, ¿por qué esta señora siempre me trae muñecas de trapo, si yo tengo las mejores muñecas de porcelana que vos me comprás?». Su madre adoptiva, un poco cansada de la adolescente respondió: «-porque ella es tu verdadera madre y vos sos una altanera de mierda. ¡Señora, si usted la quiere, llévesela, yo ya no la quiero, es una jodida» Francisca había crecido, ya era sastre de oficio, había montado un taller de costura, tenía a su cargo varias muchachas y también tenía una pequeña bebé, Clarita Luz, mi abuela. Francisca muy animada le dijo a su vecina «sí, deme a la niña, yo con gusto la recibo». Pero Carmela, llena de odio, confusión y frustración huyó primero a Honduras y luego al puerto. Fue así como se convirtió en la famosa «Reina del puerto» de aquel Puerto de La Libertad, en El Salvador. Consiguió empleo en cruceros y vivió muchos años recopilando pasajeros por años en aquellos viajes. De Ecuador se trajo algunas historias y un disco de este dúo de señores elegantes. https://www.youtube.com/watch?v=s3k8ZgiaDoA Carmela nunca quiso ser cotidiana; dicen que era de signo Cáncer, pero de maternal y casera nunca tuvo nada. Olvidó un hijo en Honduras cuando su primer marido, al que mi madre llamaba «Manano» moría temprano y luego perdería un gran amor del extranjero entre tanto viaje. Los dolores se le iban lavando con las inacaparables aguas del océano. Suelta y ya vieja, La Reina del Puerto de la Libertad, volvía un día a su país natal para hacer un fallido intento de ser nana, cuidando de mí y mi hermana, pero recuerdo muy bien esa noche en la que la estaba pasando mal… En aquella mesa de comedor que me parecía infinitamente larga estaba ella en un extremo, acusándosele de algo. Me desperté por suerte, a mis 3, 4 años cuando mi hermana de 8 años, con sus brazos cruzadas la acusaba y mi mamá la juzgaba. Vi la cara de Carmela, mi «mamatita» llena de tristeza y quise abogar por ella, pero manteniendo la verdad en mis palabras, porque creía que se trataba de una injusticia. Pregunté, limpiándome los ojos del sueño que traía, ¿qué estaba pasando?. Mi mamá dijo «Bien, la Iris nos va a sacar de dudas, ella no nos va a mentir, ¡Iris!, ¿qué es lo que te da de comer la Mamatita?!» Sabía que tenía que defenderla, decir cosas buenas sobre ella, no tenía idea sobre los modos adecuados de los adultos, pero mi mamatita siempre me llevaba de paseo por el barrio y pensé que todo venía a ser por causa de que ella nos invitaba a salir y mi hermana nunca accedía a salir con nosotras y se perdía los divertidos paseos que mamatita a diario invitaba y de los que yo volvía con cientos de emocionantes historias para motivar a mi hermana a que a la próxima se animara a salir con nosotas. Pero…. cuando mi mamá preguntó eso yo respondí con seriedad, sabiendo la rontunda verdad, creyendo que era buena, que había algún detalle que yo sabía y que podía resolver toda la penosa situación -¡Iris!, ¿qué es lo que te da de comer la Mamatita?!» -¡MUCHAS COSAS! -¿Qué cosas? -¡Chicles, caramelos, dulces, chocolates! -….Mamatita, se va a tener que ir de esta casa… -¡nooo!, ¿por qué? No logré entender nada. Pero Mamatita no dejó de decirme, cada vez que me veía, que todo lo de ella era mío. La vi empacando al día siguiente, cuando todos hablaban mal de ella. Le pregunté en su cuarto a dónde se iba y me dijo que al lugar que le correspondía a los viejos, al asilo municipal Sara. «Nadie la quería», o al menos eso decían quienes la conocían por sangre, «porque no tenía amigos, solo historias de viajes», y porque aunque era signo Cáncer, nunca supo cuidar a nadie. Aproximadamente a mis 10 años empecé a preguntar qué era «todo» a lo que ella se refería con lo que me iba a dejar, pues, en casa de mi abuela había algunos muñequitos de tela que estaban en una vitrina y mi abuelita decía «Carmela dijo que estos van a ser tuyos cuando se muera pero ahorita están acá en esta vitrina», y yo guardando silencio, porque no quería que se muriera Mamatita, un día pregunté a mi abuelita Clarita ¿qué tanto era ese tal «TODO» que ella tanto mencionaba?. Mi abuelita me sacó del asilo, agarrando mi brazo muy molesta, para decirme con tremendo odio que «todo» era NADA, «por puta y libertina», que ni las sábanas eran de ella, solo unos cuantos cachibaches que andaba en una maleta, su tal «todo» eran pura basura.Carmela murió un día de pie, durante el almuerzo en el asilo. Dicen que se paró como para decir […]

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Un día como cualquiera / JUSTICIA, te llamamos

San Salvador, 06 de Agosto de 2003 (…) Conocí en un viaje a un joven entusiasta de la escritura y la observación. Me enviaron a ese lugar fronterizo con Guatemala como fotógrafa de la institución. Él vive allí y es fotoperiodista. Había perdido a su madre hace poco y este domingo asesinaron a su padre. Parece ser que le jugaron una broma pidiéndole que fuera a cubrir «la nota de un muerto». Llovía, entonces nadie más lo acompañó: los mirones solo se retiraron. Se quedó abrazando a su padre degollado hasta el amanecer, cuando al fin llegó Medicina Legal. Me llamó a la media noche, mientras aún llovía. He viajado cerca de 4 horas para encontrarme con él y acompañarlo. Me era difícil reconocerlo a lo lejos sin mis lentes; pensé que era alguien con ropa sucia, pero era él quien venía caminando ensangrentado y solo por la vereda. Al verme, cayó rendido y cansado sobre mí. En sus manos llevaba la ropa del fallecido. Me pidió que me quedara la noche entera… pero no pude. Me habría gustado decirle que siempre estaré allí, pero sería mentirle. Su beso fue un impulso de emociones encontradas en frustrada búsqueda por cubrir una sensación con otra. JUSTICIA, TE LLAMAMOS ¡Justicia! mataron a Don Obdulio Linares. ¡Justicia! por la familia que sufre por la inocencia del pueblo por esta sangre vertida ¡Justicia! Que por trabajo y esfuerzo que por historia, y por vida en este mundo, de cierto se la arrebatan heridas. …Justicia, te llamamos. (…) No puedo dormir pensando en esto. Despierto deseando que él no llore. Viajaré mañana para acompañarlo.  ———- Pintura: In Memoriam de Welbert Pérez La realidad en El Salvador antes de Bukele. —- Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. […]

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