Se desabotonó el cielo
Y sacudió de su traje las estrellas;
Metió las manos en las bolsas
Y mirando a la nada, se puso a decir:
-“Lluévanme, nubes
porque mis ojos se agacharon a ver a una doncella
y de su pétalo amargo estoy envenenado.
Con el sol evaporé el rocío de sus ojos
Y con las manos del día exhibí su belleza;
Le sonreía de lado con la luna
Y dejándose besar por picaflores
Mis mañanas se opacaban.
En desvelo, nuevamente,
en este alba
Nubes mías, nubes blancas,
Con sus trajes de tristeza
Exhálenme gritadas gotas de lumbre;
¡destrúyanme este sueño!
Despiértenme al ardor
Que nunca de sus ojos
Reflejo podré ser…”
Así, el alto cielo atormentado
Cesó su llanto al medio día
Se abotonó a las 6:30
Y sollozaba de vez en cuando.
Poesía publicada en Revista Tres Mil, Diario CoLatino, El Salvador, 31 de Mayo, 2008 —- Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales.