Tenía el reflejo en el agua una dureza tal
que ella pensaba que todo era vidrio.
Se fue descalza, esquivando los charcos
tomando fotos porque hablaba otro idioma
y cuando llegó a ese lugar con nieve
se imaginó un montón de plastilina blanca
entonces se sentó para ablandarla.
Poco a poco se iba hundiendo, pero no mucho.
y desde allí miraba un volcán escupiendo humo.
La neblina era como vidrio también
habría querido correrla toda para observar el volcán con su lente.
Miró para todos lados, pero nadie hablaba.
(No había nadie).
Sonreía y la nieve hacía figuras en sus manos:
hizo un montón de niños jugando con un mono
todos sin lujos ni detalles, iguales al mono.
Después hizo a un elefante
y cuando encontró un charco hondo
la misma vida de la nieve hizo pasarlos a todos al otro lado
sobre la espalda del elefante
hasta que él se cansó.
El volcán dejó de escupir humo
nadie tenía ojos para mirar todo eso
pero ella se moría de risa;
tampoco tenían oídos ni boca
por eso no le hablaban.
El charco hondo se fue endureciendo,
la plastilina se fue endureciendo
y la neblina se apartó.
Todo se estaba convirtiendo en foto
y ella había perdido la cámara entre tantas alegrías.
El elefante estaba cansado, pero ella le pidió un último favor…
que antes de marcharse, le tocara un jazz melancólico hasta que desapareciera
y así fue… ella tuvo pena por todos
porque aunque cerrara los ojos y volviera a intentar dormir
jamás los volvería a ver.
Basadx en un sueño del 24-6-2010
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