Nos desvela una madrugada esférica
con el pavimento impregnado a la sangre:
atada la mujer de panela
cuerpo tras cuerpo
desaparecido
a pálido precio encendido.
El rubor en el pavimento
se aunaba a la cara estrellada como huevo roto.
Y las gentes,
todas, encapsuladas sin luz en lo oculto.
todas, encapsuladas sin luz en lo oculto.
Ráfagas las voces al canto
y la respuesta: un grito
bombo retumba, bomba tras bomba
muertos sin tumba
a la boca del volcán o allí mismo.
Y los niños…
Y los niños…
Tontos recolectando brillos
dorados metales sobre el asfalto inundado de mugre
Las aves carroñeras giraban a lo lejos
a salvo, en el cielo
vestidas de luto
apenas lo blanco
alejadas, al igual que nuestras banderas
rasgando las puntas del viento
vestidas de luto
apenas lo blanco
alejadas, al igual que nuestras banderas
rasgando las puntas del viento
y todos, niños enjaulados
mirando pasar los días
imaginando o preguntándonos cómo será en otro lado
quizás más allá del mar o de otra cordillera
creyendo que quizás después pudiéramos hacer algo
o al menos escapar.
Lo hemos logrado, amigo,
somos como el vuelo de la ceniza.
somos como el vuelo de la ceniza.
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IMAGEN: UN SOLDADO ACUCHILLA A UN GUERRILLERO MUERTO EN SOYAPANGO, SAN SALVADOR (EL SALVADOR), DURANTE LA OFENSIVA “HASTA EL TOPE” UNA TARDECITA DE NOVIEMBRE DE 1989. FOTOGRAFÍA DE GERVASIO SÁNCHEZ.
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