el pastizal hecho ceniza
llamará a nuestras formas
a pasearse estáticas en la danza del respiro.
Cuando ya esparcidos en el aire
nuestros besos se le olviden al pasado
y en el resto del futuro no nos vean,
con la fuerza que me faltaba en los brazos
mi silencio atrapará tu aroma blanco
así, conmigo en aquello perdurable.
Vestiré por esta vez el adorno de tus sueños
con los pies descalzos sobre el suelo frío
y la presencia de la luna importándonos poco
tomando con la boca las migajas de tus flores
para ser absorbida por tu belleza agonizante
que renace junto a mí.
Tal vez el cielo, desnudo, nos muestre sus estrellas
soltándose las nubes desde el vientre hasta el oído
para concebir la luna nueva,
que llena, nos mirará perdidos.
Cuando de ti no quede sino un pétalo de brisa
colmado de grises claros
y de mí quede solamente nada;
cuando la lluvia nos lave las manos
y en el rostro se nos deslicen los veranos
ya no habrá más «nosotros» para alguien
ni para nosotros mismos.
Seguirás viviendo la belleza de la rosa
Escrito en Antiguo Cuscatlán, Julio de 2004.
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