Se había caído la hoja de un árbol
y nadie más la vio.
Cayeron todas hoy por la tarde
como luciérnagas a vuelo lento
en un momento serio,
porque se iba a desnudar el árbol.
A todos, en la plaza
nos faltaron hojas en lo blanco
para hacerlas vivir durante más tiempo.
Confieso:
Me reí un poco del árbol
por nervios y encanto
de verlo así, tan calmo, entregado
ante el enmudecimiento de su cuerpo
y vi pasar el otoño un día
a la par de un árbol rosado
mientras creía que yo descansaba de tanto trabajo.
14-5-08
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