Ojos foráneos
de lágrima efusiva
inclemente
con retumbos imparables
negros
de turbulencia, agua
que no rodará despacio
ni permitirá la pasiva melancolía
sino el desmoronamiento trágico
tempestivo
como hace el pasto durante los huracanes
flagelándose entre sí
los unos a otros.
Tempestad autodestructiva
deseosa de haber sido segada al momento de nacer.
Profundos los pantanos de fin incierto
les han mutilado el tembloroso miembro rojo
desde lo alto de su púlpito impalpable
en un sangroso sacrilegio
pálpito
rubores en las manos caídas: desánimo
ante el juego perdido con la inmerecida justicia.
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La imagen es de Viktorija Stapone
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