Tenía en la frente alitas de mariposa y la voz como arpa acualáctica. Miraba con ojos maravillados verde clarito en diagonales rayos desiluminados por humildad y mentiritas y luego se reía imaginando cosas del aire o leyéndose a Unamundo. Se movía como pluma fructuosa, apenas y caía al piso, tan suavecito él, (no el piso). Y así hacía mover ondas invisibles indecifrables, que no puedo explicar todo lo qué lograba con sus longitudes albas blancas ya perdidas como pétalos o antenas quizás como listones que susurraron a oquedades. – Imagen: El Mercurio de Pierre et Gilles —- Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. […]