Parecía un angelito, todo hecho con pétalos floridos…
¿cómo no se lo iba a llevar la primavera?
enmedio de esos aromas de pequeñas florecillas blancas
a las que nunca les supe el nombre.
Sus dedos eran flautas y aquello que sonaba,
me hacía menear por dentro
musicalmente como si fuese humo…
él y una misma, apartando el miedo
quién sabe si por soplido o «sahumamiento»
o si fue el simple hecho de tener incorporado en sí
eso de saber viajar y viajarlo todo con el empuje de sonoras ondas.
«Esa brisita me habla, ¿qué me estará queriendo decir?»
fue el último mensaje con el que concluyó lo nuestro
haciéndome reir junto a él
quizás para citarse a sí mismo
o predecir el final de lo nuestro.
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