Cafe con Mistica

Sirenas

Por: Espíritu Libre
Edición: Iris Monge

Nombre: Sirenas. Palabra proveniente del griego antiguo Σειρήν – Seirēn; pl.: Σειρῆνες – Seirēnes, que significa: «las que atan y desatan/encadenan» Algunos etimólogos relacionan este término con la palabra semítica Sir que quiere decir “canto” y con la palabra griega  Χίμαιρα – Khimaira “quimera”.

Origen cultural: Son originarias de la mitología griega, aunque el primer relato que se tiene de ellas apareció en Asiria (antigua región de la Mesopotamia) y se cuenta que la madre de la reina de Babilonia Semíramis, Derceto, fue convertida en una como símbolo permanente de su pecado. A través de las edades históricas se han recopilado testimonios de encuentros y avistamientos de sirenas en el folclore y leyendas británicas, chinas e ibéricas y hasta puede encontrárselas nombradas en algunos textos del cristianismo, ya como símbolo o asegurando su existencia.

Naturaleza: Seres híbridos, mitad humanas mitad animal. En algunas mitologías hijas de Dioses o deidades, en otras, mujeres castigadas por afrentas o celos de Diosas. Ya sea por uno u otros motivos, su naturaleza se compone de elementos humanos y divinos.

Descripción: En la antigüedad clásica se las describía con rostro o torso de mujer y cuerpo de ave, similares a Arpías. Es en la Edad Media que se comenzó a identificarlas con la apariencia pisciforme con que comúnmente se las conoce: hermosas mujeres de cabellos largos de la cintura hacia arriba y con cola y aletas de pez en lugar de piernas. Poseedoras de una voz musical embelesadora, hipnótica y peligrosamente atractiva, cautivaban a los marineros que se acercaban a las islas en donde vivían y los conducían a la muerte. Esto hace pensar que en la tradición clásica su único atractivo era su voz y que su apariencia fuera monstruosa. Esta descripción coincidiría con el relato que Cristóbal Colón hizo de una experiencia que habría tenido con ellas mientras se encontraba en el mar de las Antillas. En este testimonio manifiesta haber visto a tres sirenas bailar en el agua; las describe como “feas y mudas”, pero acentúa que en sus miradas descubre “una nostalgia de Grecia”.

Varios son los mitos y tragedias que tienen a las Sirenas como personajes en las que cumplen un papel de deidades del Inframundo, y  su descripción griega más antigua (la de mujer-ave) encuentra un co-relato en la mitología egipcia en el concepto de Ba: fuerza anímica, parte espiritual de las personas que se manifestaba una vez fallecidas y mediaba entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Este trasfondo de su relación con la muerte es sostenido por hallazgos arqueológicos y decoraciones artísticas antiguas hechas en monumentos y ofrendas funerarias, siendo las sirenas representaciones simbólicas de los difuntos o consideras las encargadas de guiar las almas al Hades.

   La tradición científica rechaza la existencia real en el plano del mundo físico de estos seres, relegándolas al imaginario popular y las mitologías; atribuyendo su continuidad e interacción con humanos a leyendas de marineros confundidos que creyeron ver sirenas cuando veían Focas, Manatíes o Dugongs, asignándole a la morfología de estos animales los orígenes de los mitos sobre Sirenas. 

Existen interesantes hallazgos de estas formas en inscripciones antiguas o pictografías neolíticas, mejor conocidas como pinturas rupestres, por ejemplo en la Cueva de los Nadadores, localizada en la meseta de Glif Kebir, al suroeste de Egipto, muy cerca de la frontera con Libia, redescubierta en 1933 por un húngaro llamado Almasy (digo, redescubierta, porque las pinturas parecen haber sido realizadas por la mano de personas). Lamentablemente, el turismo, la irresponsabilidad del humano estúpido actual, ha dañado gran parte de la cueva, incluso, profanándola con graffities y arrancando las rocas «como recuerdos». De estas cuevas, se dice que se interpreta, que en algún momento fuimos amigos de esos seres y que probablemente, se ocultaron en las profundidades oceánicas para protegerse.

Otra historia conocida es la de Hans Christian Andersen, escritor Danés del que se inspiraron varios films (aunque el más conocido en la actualidad y menos apegado a la historia original sea la de Disney). Andersen cuenta la historia de una pequeña y joven sirenita, a la que se le permitió visitar la superficie para conocer el mundo exterior por única y vez primera. Al volver, sus jóvenes amigas le preguntaban si conoció paisajes, caballos y todo lo que se ha contado como historias maravillosas. La sirenita parecía estar en una especie de shock y embelesamiento, pues lo único que había visto allá arriba fue a un joven príncipe, que luchaba por sobrevivir enmedio de una tormenta. Ella lo había rescatado, evitando su muerte. En la confusión del príncipe, no supo identificar cuál de los dos rostros vistos había sido la de su rescatista: una vez en la superficie, fue encontrado por una princesa.
La joven sirenita acudió a una bruja de las profundidades para pedirle que le permitiera vivir como humana, convirtiendo su cola en piernas, y, la bruja,  le advirtió sobre los inconvenientes de este poderoso pacto; algo que al parecer, la sirenita no supo discernir o dimensionar, por lo que aceptó la maldición de ser muda, sufrir y no poder explicarle al príncipe (ojo, no era tonta, simplemente, no hablaba su idioma, no es fácil darse a entender así y menos bajo un hechizo y los efectos del primer enamoramiento).
Finalmente, la sirenita terminó suicidándose porque el príncipe, confundido, se casó por arreglo de los adultos, con la princesa que lo encontró en la playa.

Acá les dejo una espectacular adaptación rusa en mediometraje de la obra de Andersen, dirigida en 1968 por Ivan Aksenchuk :

Pero, si quieres sufrir un poco más con una animación largometraje japonesa, puedes ver esta otra: 

Y, si quieres saber un poco más sobre adaptaciones de esta trágica historia, puedes ir a Dinamarca específicamente a la bahía del Puerto de Copenhague, donde desemboca el mar Báltico, próximo al palacio de Amalienborg. Allí, sobre unas rocas se encuentra la estatua de bronce creada por el artista Edvard Ericksen a pedido de Carl Jackobsen, quien quiso homenajear a una bailarina llamada Ellen Price, que interpretaba con gran belleza la obra de Andersen en el Ballet Real de Dinamarca. A Ellen no le gustó mucho la idea del artista ni la del empresario Jackobsen, porque la idea era que ella posara desnuda para hacer la estatua lo más fiel posible, así que al artista le tocó modelar según el cuerpo de su esposa, y luego modelar la cabeza según la de Ellen para hacer luego el modelo al mejor estilo Frankenstein y así, poder donar el monumento como símbolo de la ciudad.


Sean mito o realidad, lo cierto es que a través de la historia e incluso en la actualidad los testimonios documentados sobre avistamientos y encuentros con sirenas siguen circulando.

Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales.

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