Cruzando el río estabas
sobre escarcha caminando
a risas claras
y yo en suspiro
de tantas ganas
sonrojo y sonrío.
El río de tela soplaba
a galope amarillo
tu pelo separaba
¡ay!, el viento atardecido
al invierno te llevaba
mientras yo, a la sombrilla
de una flor me aferraba.
De lejos, ennubecido
un volcán te llamaba
todo lleno de nieve
el cono se paraba.
Vos, soñorecido
señor, me saludabas
y así, enblanquecido
de norte y sur jugabas:
las gotas del rocío
allá, ‘tan congeladas.
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excelentes versos
🙂 Gracias