Mi cuarto tiene lepra
se le han descascarado ya los ojos
llorosos y amarillos
le duele si lo toco despacito.
¡PERO A MÍ QUÉ ME IMPORTA!
Le he empujado las esúpidas y cóncavas paredes con la espalda
mientras escribo, hipnótica…
¿A MÍ QUÉ ME IMPORTA QUE QUIERA HABLARME?
Le terminé de arrancar las pestañas anoche
mientras me comía un pan tostado
y aún así sigue humedecido
inflado, opaco, como si quisiera clonarse conmigo.
El pan no estaba caliente
lo había tostado a la mañana y así me lo comí en la noche
POR CULPA SUYA
o al menos eso creo….
pues con tanto llanto inflado le quitó la utilidad al enchufe del tostador
y ya no pude calentarlo de nuevo.
¿Qué voy a hacer ahora?
¡no deja de hablarme y no lo soporto!
Mi perra manca le ladra todos los días allí
JUSTO EN LA BOCA
porque ni ella lo aguanta.
¡¡¡CÁLLATEEEE!!!
…Ahora dice que le duele,
le duele si escucho música
y le duele verse en el espejo;
le duelen las grietas…
¡pero no es culpa mía!
se quedó quieto ante el tiempo
con los ojos abiertos.
En cambio yo…
yo me rasqué el paladar blando un día
para no toser toda la noche…
me tapé con lo que pude y no salí ni al baño;
¡me quedé aquí adentro!
¡con él!
maltratándonos mutuamente.
Dedicado a mi «casilla» de interior sin baño propio, en Pedro Aguirre Cerda, Santiago de Chile. La foto es una selfie-cuchara.
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